
Este árticulo no es mio, me lo encontré navegando en la página de Gobernación (uppps, a veces tienen cosas que valen la pena) es la síntesis de una conferencia y me pareció perfecta para comenzar con este blog que es un esfuerzo impulsado por mi deber ciudadano de despertar el de todos los que se dejen.
No nos quejemos si no participamos!
Pippa Norris
Profesora de la cátedra McGuire de Política Comparada
Escuela de Gobierno John F. Kennedy, Universidad de Harvard
En su conferencia magistral, Norris sostiene que conforme las sociedades contemporáneas evolucionan, tienden a aparecer nuevas formas de participación política que la ciudadanía practica con intensidad creciente, tales como: promoción de intereses particulares, de grupo o difusos, cartas a medios de comunicación, audiencias con funcionarios, escritos de propuesta y/o demanda a la autoridad, movilizaciones sociales, manifestaciones de protesta, plantones y similares, más allá de recurrir a los canales tradicionales de participación política.
Norris establece el marco teórico que contrasta aquellas perspectivas en que se subraya el deterioro secular en las formas tradicionales de participación ciudadana (menor participación electoral, menor membresía en partidos, sindicatos e iglesias) con las teorías de la modernización que destacan la reinvención del activismo político. Para efectuar comparativos entre países, se basa, de manera importante, entre otras fuentes agregadas, en datos recabados por la Encuesta Mundial de Valores y analiza tres indicadores conductuales de activismo político: los niveles de participación electoral, la participación a través de asociaciones civiles y nuevas experiencias de expresión política. Norris hace comparaciones culturales y analiza los distintos grados de apoyo a la democracia que se manifiestan, a nivel agregado, en cada país, las percepciones existentes en cuanto al desempeño de la democracia, así como los patrones de confianza en torno a diversas instituciones. Como resultado de su análisis comparado, basado en el método de investigación que polariza los contrastes poniendo énfasis en los sistemas con diferencias más extremas, Norris detecta agrupaciones sistemáticas que muestran un patrón según el cual los países que se encuentran en etapas similares de desarrollo suelen mostrar niveles similares en torno a estas categorías. Así, las sociedades postindustriales tienden a coincidir en los altos niveles de inclinación de su población por la democracia, de confianza en las instituciones y de activismo político de vanguardia, y muestran variaciones sistemáticas respecto a las sociedades agrarias y las industriales.
Los crecientes niveles educativos, la explosión de la información y la multiplicación de los medios de comunicación en las sociedades postindustriales incentivan formas más demandantes de expresión, organización y movilización ciudadanas. A pesar de que los ciudadanos que se desenvuelven en tal entorno suelen tornarse más críticos de la acción de gobierno y del desempeño de las instituciones políticas, mantienen una alta inclinación por el sistema democrático de gobierno.
Sobre el proceso de consolidación de la democracia en México, sostiene que nuestro país, comparado con otros de Latinoamérica, muestra una baja participación electoral, un involucramiento moderado en el sector voluntario y comunitario, una relativamente baja confianza interpersonal, una confianza moderada en instituciones políticas, una escasa participación en protestas y manifestaciones, una baja fé en los ideales democráticos y bajas tasa de aprobación del desempeño de la democracia.
Sostiene que el proceso de consolidación democrática requiere de una amplia aceptación de las ‘reglas del juego’ democrático en toda la sociedad. La participación ciudadana de corte democrático contribuye al arraigo de las instituciones democráticas en la cultura prevaleciente entre la población y, por tanto, puede contribuir a que se adquiera una mayor resistencia social ante amenazas de desestabilización y cuestionamientos populistas que pueden llegar a surgir en una sociedad.
Pippa Norris da cuenta del lúgubre panorama que han dibujado algunos de los analistas de las tendencias mundiales observadas en años recientes, quienes sostienen que el optimismo exagerado sobre los supuestos beneficios de la democracia ha sido substituido por una paulatina desilusión pública respecto de la democracia, impulsada, en buena parte –según la opinión de algunos-, por el deterioro de la economía. Ante tales posturas y muy particularmente por lo que respecta a Latinoamérica, Norris sostiene que siguen siendo limitadas las evidencias provenientes de encuestas multinacionales que comparen la opinión pública, en especial por lo que toca al análisis de las tendencias a largo plazo. Advierte, además, que el uso de solamente uno o dos indicadores seleccionados puede arrojar una interpretación engañosa de las pautas generales. Cualquier análisis integral tiene que derivarse de indicadores multidimensionales de involucramiento cívico e incorporar indicadores tanto conductuales como actitudinales, además de comparar a muchos países del mundo. Con respecto a la Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas levantada en México en 2001 (que planteó a los mexicanos más de 17 preguntas que exploran cuestiones relativas a lo que Norris califica como las nuevas formas de activismo político), Pippa Norris afirma que el repaso comparativo realizado por la autora, ofrece elementos que permiten contextualizar la información arrojada por la ENCUP 2001.